sábado, 21 de abril de 2018

23 de abril : día de las letras, de los libros, de Miguel de Cervantes y de Shakespeare. Motivo sobrado de celebración. La literatura une personas, supera idiomas, nos hace ricos.

Este año todos vosotros habéis creado relatos colectivos. Y los vamos a compartir aquí, es lo menos que merecéis. También estáis creando palabras, ¿por qué no podríamos hacerlo? y las vamos a disfrutar en las paredes del colegio.





Mi dimensión       1º ESO referencia.

Miré hacia un lado, miré hacia otro y me di cuenta de que aquello era desconocido para mí. Me levanté de mi asiento, mis compañeros de clase ya no estaban. Por un momento pensé que estaba soñando o que tal vez había perdido el conocimiento por unos instantes. Fui al pasillo del instituto. Solo se encontraban algunos profesores y una señora limpiando. Me sentía raro, pensé que me había dormido, pero era como si estuviera en otro universo. Aquel universo era paralelo al mío, la misma colocación de las clases… Les pregunté a los profesores dónde estaban los alumnos, no me contestaron, como si no me vieran ni me oyeran. Seguí caminando y encontré una clase nueva. Fui dentro y hallé a un amigo aterrorizado. Aunque no sabía de qué tenía miedo. Salí de aquel lugar, no había nadie. De repente… encontré a otro amigo mío, le pregunté, pero tampoco él parecía verme ni oírme. Después tuve la gran idea de irme a mi casa. Por el camino me crucé con un individuo que parecía de los malos, como todos mis amigos que había encontrado en mi colegio. Seguí caminando. Llegué a mi casa, no estaban mis padres ni mis abuelos. Todo era muy raro, parecía estar solo yo en el mundo. Llamé por teléfono, nadie me lo cogió. Ya no sabía qué hacer. Me estaba desesperando. Decidí coger mi abrigo y salir de nuevo a la calle. Me acerqué al parque junto al río. Me sorprendí al ver que mis amigos estaban allí. Fui hacia ellos, pero, como de costumbre, no me contestaron. Miré hacia mis pies y mis ojos empezaron a humedecerse: mi cuerpo estaba desapareciendo. Era como si fuera un espíritu. Intenté abrazara Roberto, mi mejor amigo. Pero caí contra el suelo. Me levanté y vi que él parecía no haber notado nada. Ya estaba desesperado, ¡nadie notaba mi presencia! Fui a casa a dormir, estaba muy cansado. Allí seguía sin haber nadie y era la primera vez que estaba solo en casa y tengo que confesar que me daba un poco de miedo después de todos esos sucesos extraños. Al día siguiente en el colegio… parecía que nada había cambiado, yo seguía desapareciendo hasta que solo quedaron mis pies. A mi alrededor todo estaba igual, nadie me hacía caso. La gente empezó a gritar. Sentí que me faltaba la respiración. Estaba muy agobiado. Oí pitidos. Abrí los ojos todo lo que pude. Solo vi a mis padres llorando y mi cuerpo sin aire.


Toda culpa se paga.      3º ESO referencia

Miré hacia un lado, miré hacia otro y me di cuenta de que aquello era desconocido para mí. No recordaba nada de lo sucedido la noche anterior, era como si hubiese hecho un reseteo automático de mis últimas 72 horas. Todo lo que me rodeaba era irreconocible. Me dolía la cabeza como si me hubiera caído del cielo en un mundo nuevo. Estaba en un lugar extraño, sola, con frío. Me estaba empezando a agobiar, me faltaba el aire y no había nadie para ayudarme. Logré sentarme para recuperar el aliento que me faltaba, cerré los ojos para concentrarme, me levanté y seguí adelante. A medida que avanzaba me sentía más débil, tenía hambre y mucha sed, no tenía dinero y había perdido el móvil. Por todo, me frustré. No podía comunicarme, cada vez me sentía más estresada. Hasta que apareció una luz a lo lejos, no la veía bien. Los ojos se me cerraban cada vez que me fijaba en ella para verla. Hasta que se acostumbraron y pude apreciar de dónde procedía. He de reconocer que tardé bastante tiempo en enfocar bien la mirada para poder reconocerlo. Y de repente vi una criatura extraña que venái hacia mí. Me moría de miedo y no sabía cómo reaccionar. Tenía unos ojos negros  como la obsidiana, una mirada fría y tétrica, la piel era escamosa y rugosa. Lo supe porque me agarró del cuello y me elevó en el aire como si de un juguete se tratase. Me metió de golpe en su platillo volante y… me desperté muy asustada. Recordé lo que había soñado. ¡Jugar con videojuegos hasta tarde me está haciendo mal!


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