martes, 7 de mayo de 2013

Hola, chicos. El jurado del certamen Jóvenes Noveles está en marcha. Hemos tenido decenas de participantes y ahora nos queda la difícil tarea de seleccionar textos.

Como a alguno se le han abierto las ganas de escribir, y además n o lo hace nada mal, os ofrecemos aquí dos enlaces donde podéis consultar todos los certámenes literarios que hay en España. Tendréis que elegir los que se ajusten a vuestra edad. Algunos merecen mucho la pena. Y siempre es interesante participar.
http://www.guiadeconcursos.com/concursosliterarios/?tag=jovenes
http://www.escritores.org/concursos-espana

Ya en mayo nos queda ir rematando aquello que no hemos aprendido suficientemente bien.
Seguid con vuestras lecturas. En esta evaluación tenéis todos libertad para elegir uno de los libros, hacedlo bien y aprovechad los textos. Os recuerdo a 3º y 4º que vuestras lecturas debieran haber ido aumentando y que debéis hacer fichas, se os premiará por ello.

¡Buen viaje a los chicos de 3º y 4º!

De regalo un fragmento de un cuento de Ana María Matute, "Paraíso inhabitado" (después de estas líneas, podéis seguirlo leyendo, os gustará)

Nací cuando mis padres ya no se querían. Cristina, mi hermana mayor, era por entonces una jovencita displicente, cuya sola mirada me hacía culpable de alguna misteriosa ofensa hacia su persona, que nunca conseguí descifrar. En cuanto a mis hermanos Jerónimo y Fabián, gemelos y llenos de acné, no me hacían el menor caso. De modo que los primeros años de mi vida fueron bastante solitarios.
Uno de mis recuerdos más lejanos se remonta a la noche en que vi correr al Unicornio que vivía enmarcado en la reproducción de un famoso tapiz. Con asombrosa nitidez, le vi echar a correr y desaparecer por un ángulo del marco, para reaparecer enseguida y retomar su lugar; hermoso, blanquísimo y enigmático.
Nunca supe por qué razón el Unicornio había intentado escapar del cuadro y durante mucho tiempo me intrigó, y aun me atemorizó un poco. Por aquellos días yo no debía de tener más de cinco años -quizá sólo cuatro-, pero ese recuerdo tiene un lugar relevante entre los primeros de mi vida. A veces, los recuerdos se parecen a algunos objetos, aparentemente inútiles, por los que se siente un confuso apego. Sin saber muy bien por qué razón, no nos decidimos a tirarlos y acaban amontonándose al fondo de ese cajón que evitamos abrir, como si allí fuéramos a encontrar alguna cosa que no se desea, o incluso se teme vagamente...