martes, 6 de octubre de 2020

 Relación de entradas imprescindibles. Todas las entradas están continuamente disponibles desde el inicio del blog hace ya casi diez años. Pueden consultarse.


ESTROFAS Y MÉTRICA: 2 octubre 2012; 30 enero 2019; 2 octubre 2019

RECURSOS Y FIGURAS: 5 diciembre 2015; 2 octubre 2019

PARA REDACTAR BIEN: 23 julio 2015; 28 diciembre 2016; 9 diciembre 2019

PRESENTACIÓN DE TRABAJOS: 13 septiembre 2011

SINTAXIS: 24 enero 2013; 29 abril 2019

LECTURAS: 1 octubre 2012 (entre otras)

RELACIONES SEMÁNTICAS: 25 marzo 2020

VALORES DE "SE": 16 diciembre 2014

ANÁLISIS LITERARIOS Y COMENTARIOS: 9 octubre 2014; 14 noviembre 2017


Hay otros muchos contenidos de libre disposición.

jueves, 1 de octubre de 2020

Un grupo de alumnos de 1º, os regala este pequeño relato colectivo.

 

LAS CEBOLLAS TAMBIÉN LLORAN

Yo nací siendo cebolla. Mis primeros días los pasé en casa de la señora Clara, anciana y con un afán terrible de hacer continuamente ensaladas. Yo sentía miedo de que me utilizara para una de ellas.

Un día, ella preparaba una de sus famosas ensaladas; cuando me cogió, creí que me iba a preparar. Pero no fue así. Sino que me plantó. Ese día se me hizo eterno. Pasó una semana desde que me puso en tierra.

Todo iba bien hasta que apareció su perro. Era pequeño, pero juguetón. Empezó a jugar con la tierra del jardín. Me cogió con la boca sucia y llena de babas y me lanzó por los aires. Cuando caí al suelo, me desmayé durante lo que supuse que era un día. Luego, me levanté apoyándome en la raíz que me había nacido.

Tenía la señora Clara un jardín muy grande, con muchas verduras plantadas. Destacaban en su huerto las coliflores. Una de ellas me había ayudado a levantarme porque yo estaba tirada en el suelo, le había dado pena verme así y decidió extender una de sus enormes hojas para que yo rodara sobre ella. Me costó, debido a todas las marcas que me dejó el perro con su enorme dentadura. La coliflor me llevó hasta el cuenco de agua del animal para que me enjuagase un poco la tierra.

Después de lavarme, nos fuimos rodando al huerto y nos encontramos con la dueña que había aparecido de repente y que justamente estaba recogiendo las verduras. Sin esperarlo, nos vimos metidas en la nevera. A continuación, la señora Clara agarró un enorme cuchillo y un cuenco. Lo sé porque escuchaba a la mujer cantar una de sus típicas canciones de cocina. Yo me asusté porque pensé que llegaría el final de mi historia. De pronto, abrió la nevera y nos sacó. A mi compañera la partió en trocitos pequeños. No escuchó sus gritos de angustia. Yo logré rodar hasta caer debajo de la mesa. Ahora estoy aquí, temblando de miedo, temiendo que me encuentre, que se agache y me vea. No le digáis nada, ¡ayudadme! Y, mientras tanto, lloro, lloro mucho, porque, al fin y al cabo, soy una cebolla.

 

                                             Lengua Referencia 1º B