miércoles, 14 de noviembre de 2018

El último premio Nacional de las Letras ha recaído en Francisca Aguirre. Aquí os dejamos una muestra de su poesía.

'Ya nada podréis'

Ya nada podréis,
porque la fuerza no estaba en
vosotros, estaba en mi debilidad.
Nada conseguiréis
abandonándome, porque el vacío no era vuestra ausencia
sino mi necesidad de compañía.
Cuando llaméis
tendréis mi corazón a mano, como siempre
Ahora
el mundo se ha amueblado
con la delicadeza de lo mínimo
con la tierna disposición de lo posible.
Y todo es una patria extensa y manual,
un alfabeto misterioso
con el que estoy nombrando, recreando
reviviendo de nuevo el universo.
Poema del libro Los trescientos escalones (1976)



El premio Nacional de Narrativa por otro lado, ha sido concedido a Almudena Grandes por "Los pacientes del doctor García" . Es una de las siete mujeres que han ganado el premio frente a 68 hombres ganadores desde que existe este galardón.

 


Santiago Posteguillo es el ganador del premio Planeta, galardón de un gran prestigio con "Yo, Julia". Cuenta el libro la historia de Julia Domna, emperatriz romana, mujer estratega, inteligente y bella además. Y es que Santiago Posteguillo está especializado en novela histórica.
Ayanta Barilli es la finalista de la edición de este año.


 

Nosotros también tenemos escritores en nuestras aulas. Traemos aquí una muestra de dos compañeros. Leed y escribid, el material es barato y vuestra imaginación merece un espacio donde salir al mundo.

 

En busca del zumo perdido
Estuvo horas buscando aquel zumito perdido, pero no obtuvo pista alguna sobre su paradero. Yasser estaba dispuesto a cruzar lugares lejanos con el fin de hallar su deliciosa bebida de frutas.
En mitad de su asombrosa aventura, se encontró con Rodolfo en la puerta de su cocina. Rodolfo se dedicaba a robar zumitos de personas al azar, y esta vez su víctima era Yasser. Se pensaba que la historia de Rodolfo era una simple leyenda urbana, pero Yasser pudo ver con sus propios ojos que todo era real.
‒ Tenía pensado hacerte sufrir un poco más por haberte robado tu zumo, pero me tengo que ir a ver Gran Hermano. Toma este mapa, te guiará hasta el lugar donde se encuentra tu zumito ‒ le dijo Rodolfo
Yasser cogió el mapa y se dispuso a seguir las indicaciones. Abrió la puerta de la nevera y caminó desde las montañas de los yogures hasta el gran Lago Ketchup, atravesando el río de los batidos Puleva y el valle del pan.
Después de una larga y ajetreada travesía, llegó a su destino, la Bahía del Zumo. Allí se encontraba el tan deseado tesoro. Yasser introdujo su pajita preferida en el zumo, sorbió un poco de su dulce néctar y lo saboreó como si fuera la primera vez que lo probaba en su vida. Quiso sorber un poco más, para ya no había zumo que poder beber. Rodolfo era el culpable, Yasser sabía perfectamente que él era el único que podría haber hecho aquel acto tan cruel.
‒ He gastado sangre, sudor y lágrimas buscando mi tan amado zumito, para que este indeseable se lo beba sin avisarme siquiera. Algún día me las pagará...
Yasser mira su alrededor y ve a lo lejos el río de los batidos Puleva traspasar el valle del pan. En ese momento, su enfado se convirtió en felicidad.
‒ Bueno, ya no tengo zumo, pero sigo teniendo batidos y pan.
Yasser volvió sobre sus pasos para regresar a donde se encontraba al principio y se fue a ver Gran Hermano con Rodolfo. Los dos disfrutaron del programa tomando batidos y pan.

Ángeles Canales



                                                           El gran enfrentamiento

La lucha más esperada iba a comenzar.
Era el día ciento cinco y lo que nadie sabía cuando se despertó era que les esperaba tal enfrentamiento.
El capitán Pierna Roja, como era costumbre, estaba hablando con su tripulación cuando se escuchó a alguien gritando:
-        ¡Barco a la vista! ¡Es el capitán Pierna Negra!
Al otro lado estaba el capitán más malvado de la mar. Llevaba esperando ese momento toda su vida. Los dos capitanes más poderosos del océano se iban a enfrentar.
Llegó la hora. Los cañones estaban preparados y la tripulación lista, cuando de repente:
-        ¡Capitán Pierna Negra, sal aquí si eres valiente! –dijo el capitán Pierna Roja.
El interpelado aceptó y salió.
Se encontraron los dos solos. Nadie más luchaba. Cada uno sacó su mejor espada. Se atacaron mutuamente. Se esquivaron al principio pero se escuchó a alguien decir:
-        ¿No creéis que ya es hora de pediros perdón y volver a ser amigos?
Todo el mundo estaba callado. No se produjeron más ataques con la espada y hubo un cruce de miradas muy serio entre ellos.
-        Tiene razón, yo estoy dispuesto a reconciliarnos- dijo el capitán Pierna Roja rompiendo así el silencio.
-        Acepto, ¿amigos?
En ese momento pareció que las aguas se calmaron. Todo el entorno se llenó de paz y armonía. Los dos antiguos amigos por fin volvían a serlo.

Álvaro del Castillo