viernes, 3 de febrero de 2023

¡ Hola!

Queridos alumnos, tenemos ganadora de nuestro reto del mes de enero, se trata de SORAYA CALVACHE, a la que agradecemos su esfuerzo en participar y aplaudimos su texto. La entrega de su premio será público en esta semana.


Nuestra propuesta era:

Había sido una Navidad correcta: los tíos y los primos se habían mostrado comedidos, aunque no divertidos; las cenas y comidas habían estado buenas, aunque no espectaculares; los regalos fueron útiles, aunque sin sorpresas. Sin embargo, para Ernesto todos esos días habían supuesto una angustia constante: desde el último día de cole, había empezado a notar que algo le seguía, incluso dentro de casa, como si hubiera nacido de él una sombra añadida que no lograba perder en ningún momento... 


Y su final es:

Ernesto intentaba mentalizarse y convivir con ello, pues en su cabeza no cabía pensar que fuera nada grave, prefería minimizarlo hasta que desapareciese como por arte de magia. 

Pasaban los días y esta sensación seguía con él constantemente, crecía y crecía, como si se tratase de un espectro extraño que le acompañaba.
Ernesto comenzó a sentir miedo, algo le decía que le iba a pasar algo malo por culpa de aquello. Dejó de dormir, comía poco, no atendía a sus padres….estaba todo el día ensimismado.
Terminaron las vacaciones y todo volvía a su sitio, volvía a su rutina. 
Un día normal, Ernesto caminaba por los pasillos de su pequeño instituto, era imposible perderse por allí, llevaba la cuenta de cada puerta, pasillo, o escalera. Pero aquel día, Ernesto salía de clase para tomar un respiro, esa sensación estaba ahí de nuevo, cada vez más presente, más intensa. 
Mientras caminaba un poco para quitarse de encima aquella angustia, encontró una puerta extraña, nunca antes la había visto, era roja, muy llamativa y alta, muy alta, tenía una sustancia viscosa al rededor de ella, Ernesto estaba muy extrañado, “¿Esto es nuevo?” -Pensó- tanto tiempo en aquel instituto tan pequeño y nunca se había fijado en ella.
Aunque notó algo un poco más extraño que el hecho de no haberse dado cuenta antes, y es que al acercarse a aquella puerta su angustia se calmaba, como si allí se sintiese solo y en paz, “por fin solo….” 
Era muy extraño, “¿debería pasar?” -se cuestionaba- 
Ernesto se acerca cada vez más al pomo de la puerta, tembloroso lo gira con intriga y de repente….  (Ring) suena el timbre que finaliza las clases, Ernesto trata de abrir la puerta rápidamente y entrar antes de que nadie le viera, fuerza la puerta una y otra vez hasta que de repente se abre bruscamente y sin pensarlo dos veces entra y cierra la puerta lo más rápido posible.
No podía creer lo que estaba viendo, aquella habitación, todo lo que le transmitía tranquilidad estaba ahí dentro, era como si alguien hubiese preparado todo eso para que él lo encontrase, la habitación olía a flores de aliso de mar, sentía como una brisa inexplicable rozaba sus brazos. Observando un poco más encontró muchos de sus libros favoritos, dulces, y lo que más le gustaba, vinilos de Ludovico Einaudi y un tocadiscos, un precioso tocadiscos…..
Jamás se había sentido entre tanta paz. Ernesto se dispuso a escoger uno de los discos y ponerlo en el tocadiscos, cerró los ojos, se sentó, no pensó en nada más.
Parecía tan real, ya ni si quiera recordaba que tuviese aquella angustia que tanto le pesaba….
Varias horas después de estar en aquella habitación junto a su soledad, se le ocurre ir a buscar a alguien, nadie le creería, y así podría compartir algo tan bonito con alguien que quiere, pero cuando se levanta del sillón sobre el que estaba, abre la puerta de aquella habitación y antes de avanzar, le echa un ojo a la hora, “que extraño….” -pensó- “solo han pasado 3 minutos…. algo no va bien”. 
Ernesto decide girarse a verificar que no todo había sido producto de su imaginación, al voltear todo comienza a deformarse, mira desesperadamente sus manos que poco a poco van cayéndose como si estuvieran hechas de arena…..
“¡ABRE TU REGALO ERNESTO!” -grita con ánimo su familia- 
Toda la situación había cambiado, sin explicación alguna había vuelto a su casa y era la mañana de navidad, pero… ¿de nuevo?
Ernesto, muy confundido y completamente silencioso se acerca al árbol de navidad dispuesto a abrir su regalo, cuando de repente….
“Buenos días Ernesto, ¡primer día de vacaciones! ¡Aprovéchalo bien y levántate ya!” -Exclamaba su madre- 
“Definitivamente me estoy volviendo loco” -pensó Ernesto-.
El se levantó y fue directamente a echarse un buen de agua fría en la cara, cuando termina se mira al espejo fijamente, 
“oh no…. Vuelvo a sentirme acompañado….” 
Comprueba a su al rededor sin entender nada, estaba completamente confundido cuando de repente se le aparece un pequeño ser subido al lavabo de su baño, mirándole silenciosa y fijamente. 
“¿Que?, ¿quien eres?, ¿estoy soñando otra vez?” -dijo Ernesto- 
-“no, no estás soñando, nunca has estado soñando, da igual quien soy, o que soy, te he hecho pasar todo esto para que te des cuenta de que no has valorado ni disfrutado el tiempo de calidad con tu familia, las navidades, las cenas… o simplemente prestar mas atención a tus seres queridos, todo parecía estar bien pero nadie se divierte sin ti, y menos si les das la misma alegría que un funeral. 
Ernesto, debes aprovechar estas cosas, pronto se acabarán, estas creciendo, no te distancies o dejes que ellos lo hagan, lo echarás muchísimo de menos cuando ya no tengas estos planes.
Es la última oportunidad que te doy, te dejare en paz si sabes aprovechar tus nuevas vacaciones”

A continuación el pequeño ser desaparece como si hubiera sido la situación más normal del mundo, Ernesto vuelve a lavarse la cara y trata de asimilar todo lo que le está sucediendo. 
Comienza a echar la vista atrás y se da cuenta de que todo lo que dijo aquel ser es verdad, el no había estado presente y todo cada año se volvía más triste.
 Fuera o no fuera real todo aquello le había hecho darse cuenta de que estaba desperdiciando el tiempo, reflexionó mucho en ello y decidió estar más con tu familia. Gracias a ello tuvo unas vacaciones navideñas muy agradables y divertidas, todo estaba tan cómodo, se dio cuenta de que pudo llegarse a sentir igual de bien que cuando estaba solo en aquella habitación tan perfecta, y lo único que le hacía falta era saber disfrutar las cosas sencillas que tenia a su lado, no le hacían falta cosas materiales, solamente estar con sus seres queridos.




Y ahí va nuestra nueva propuesta para el mes de febrero.


Era color caramelo, de ese azúcar quemado que tienen los flanes. Olfateaba el suelo como una aspiradora moviendo la naricilla redonda y brillante como un detector. Más de una vez se había chocado con una farola o con las patas frías y negras de un banco en el parque. Entonces, se quedaba aturdido un instante y miraba fijamente al metal como si este pudiera lanzarse contra él y atacarle de nuevo. Pero enseguida volvía a rastrear. Tenía el olor de su antiguo humano metido en el cerebro y necesitaba volverlo a percibir de nuevo. Hacía tanto tiempo que...


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